ANGELUS

ANGELUS

Los Angeles segun Santo Tomas de Aquino extraido de Suma Teologica

Es importante destacar este punto para entender correctamente el modo como Santo Tomás se expresa aquí en la Suma, donde comienza afirmando en términos verbalmente apodícticos: "es necesario admitir que existen cria- turas incorpóreas" (q.50 a.l). La expresión es necesario se repite un poco más adelante. Pero, evidentemente, Santo Tomás no piensa que la existencia de ángeles sea objeto de una demostración necesaria. El habla ya desde la certeza que da la fe; como dice al final del artículo, la sola inteligencia humana a lo sumo que puede llegar es a considerar razonable la existencia de seres incorpóreos, porque contribuye a dar una mayor perfección al universo.

El paso de la "conjetura" a la certeza sólo se puede dar mediante la fe.



La revelación habla frecuentemente de la existencia de ángeles y los presenta como seres superiores al hombre, al cual unos prestan servicio en orden a la salvación, mientras que otros lo tientan con el fin de apartarlo de Dios. Hoy se presta muy poca atención a este dato de fe. Las causas de esta situación son múltiples. Quizá una de las más influyentes sea el exagerado antro- pologismo que "invade" todos los campos del saber. A fuerza de insistir tanto en el hombre, se introducen en la realidad cortes, o se cierran los ojos a todo lo que no sea el hombre mismo y sus intereses. Y se lanzan pregun tas: ¿Qué saca el hombre de que existan ángeles? ¿Qué problema humano se puede resolver a base de la existencia de ángeles? Son preguntas que co- mienzan cuestionando y que muchas veces se resuelven negando o por lo menos dando cabida a una actitud de indiferencia, que se aproxima mucho a la negación.

Ciertamente, Santo Tomás no pensaba así. A él los ángeles no sólo no le estorbaban, sino que, por el contrario, le regocijaban y le hacían compa- ñía a través de todo su recorrido teológico. En efecto, para Santo Tomás, los ángeles, además de ser un tema concreto al que dedica expresamente nu- merosas cuestiones, son ante todo algo así como una parte integrante del misterio cristiano global, que sin ellos perdería un valioso punto de referencia para ser comprendido en profundidad. Pensar sobre los ángeles a base de lo útil para el hombre es incapacitarse de antemano para juzgar con acierto.



Desde el punto de vida cristiano, lo verdaderamente "útil" es acoger el plan de Dios tal como Dios mismo lo diseñó, porque lo que Dios hace está siempre lleno de sabiduría e infunde sabiduría en quien lo acepta dócilmente.

Para entender y encuadrar exactamente las cuestiones que Santo Tomás dedica a los ángeles en la Suma hay que presuponer siempre sus comentarios a la Sagrada Escritura, que es la fuente de donde él extrae la "certeza" acerca de la existencia de estas criaturas y la que informa todas sus exposiciones por abstractas que puedan parecer. Entre estos comentarios bíblicos merece especial atención el que Santo Tomás dedica al capítulo primero de la carta a los Hebros, porque es allí donde aparece más clara la relación de los ángeles con Cristo; pero, evidentemente, hay que tomar en consideración tam- bién el conjunto de sus lecturas sobre el Nuevo Testamento, en el cual los ángeles son mencionados con frecuencia, tanto los buenos como los malos.

Santo Tomás conoce también a fondo la copiosa doctrina patrística so- bre los ángeles: sobre su existencia, naturaleza, funciones. Entre las funciones angélicas sobresalen dos; la primera dice orden a Dios y consiste en "asistir" a su divina majestad, rindiéndole culto de adoración y alabanza, con lo cual Santo Tomás recoge y profundiza la idea expresada en la carta a los Hebreos, que define a los ángeles como espíritus litúrgicos: "leitourgikà pnéumata" (1,14).



De aquí que el salmodiar o glorificar a Dios con los cantos bíblicos haya sido considerado en la tradición cristiana como oficio angélico, mediante el cual los hombres se unen a los ángeles en una mis- ma alabanza a Dios. La otra función es la de "ministrar", o sea, ser enviados por Dios para servicio de los hombres (cf. q.112 a. 1-2) en orden a la consecución de "la herencia eterna" (Heb 1,14); este "ministerio" o servicio de los ángeles a los hombres ha recibido en la tradición cristiana el nombre de "custodia": los ángeles custodian a los hombres. De esto trata Santo Tomás extensamente en la cuestión 113.

Otra fuente importante en que se inspira Santo Tomás es la definición dogmática del cuarto concilio de Letrán, según el cual todos los ángeles, tanto los buenos como los malos, han sido creados por Dios y son de natu- raleza espiritual o inmaterial. La definición se contiene en una larga profe- sión de fe, conocida en la historia como Primera decretal; sobre ella escribió Santo Tomás el opúsculo Expositio primae decretalis 7.